Mercator falaz. no comentarios

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“La inmensa extensión de país que está en sus extremos, es enteramente despoblada, y ríos navegables posee que no ha surcado aún el frágil barquichuelo. El mal que aqueja a la República Argentina es la extensión: el desierto la rodea por todas partes, y se le insinúa en las entrañas; la soledad, el despoblado sin una habitación humana, son, por lo general, los límites incuestionables entre unas y otras provincias. Allí, la inmensidad por todas partes: inmensa la llanura, inmensos los bosques, inmensos los ríos, el horizonte siempre incierto, siempre confundiéndose con la tierra, entre celajes y vapores tenues, que no dejan, en la lejana perspectiva, señalar el punto en que el mundo acaba y principia el cielo…” escribía Domingo Faustino Sarmiento, una de las mejores plumas argentinas, hacia 1845. “El mal que aqueja a la República Argentina es la extensión”. Mientras escribía lo que después se editaría como el “Facundo”, Sarmiento viajaba por Europa y, probablemente, haya concluido sobre la extensión territorial. Si miramos un planisferio podemos comparar España con la sola provincia de Buenos Aires y un viaje de Ushuaia a La Quiaca como de Lisboa a Varsovia, pasando por Francia, Suiza, Alemania, República Checa y casi toda Polonia.
El desconsuelo de Sarmiento hubiera sido mucho mayor si hubiera visto otro tipo de proyección en los mapas, ya que en el mapamundi que Sarmiento y todos conocemos, el Hemisferio Sur parece mucho más chico de lo que en realidad es. ¿Por qué? La proyección de Mercator data de 1569 y aunque es bastante exacta en su zona central, genera deformaciones en materia de tamaño a medida que se aleja de la línea del Ecuador. Los cartógrafos se refieren a este fenómeno como “el problema de Groenlandia” ya que Groenlandia parece ser del mismo tamaño que el continente africano cuando éste es catorce veces más grande. Como esta proyección tiene una distorsión creciente a medida que se acerca a los polos, la solución fue cortar la Antártica del mapa, con lo que el Hemisferio Septentrional aparece mucho más grande de lo que es en realidad. Si se fijan en un planisferio verán que el paralelo 0 del Ecuador No se encuentra en la mitad del mapa sino bastante más abajo, con lo cuál el Hemisferio Norte aparece magnificado.



No se trata de una maniobra deliberada. El dilema de los cartógrafos es que, al volcar una tierra esférica en una superficie plana, es imposible reflejar fielmente su forma y tamaño: si se mantienen las formas tal como si observáramos la Tierra desde el espacio, se sacrifica la proporcionalidad, es decir, se modifican los tamaños relativos (en el caso del mapa Mercator, disminuyendo los tamaños de los países del sur). Los mapas de proyección Mercator devienen de su éxito en la época colonial, cuando navegantes de Europa, potencia dominante (en el centro del mapa) viajaban al nuevo mundo a través de la zona central.
Ahora, habiendo otras proyecciones (polares, ecuatoriales, oblicuas) y después de las navegaciones de Scott por el polo que comprobaron la inutilidad del mapa ¿por qué esta sigue siendo la más extensamente conocida y reproducida para representar el globo? El mapa se usa en todas las latitudes, tanto en los países “agigantados” como en los países “disminuidos”. Es cuanto menos llamativo que en tiempos de imágenes satelitales y Google Earth, nuestra representación del mundo siga estando determinada desde el siglo XVI y hablando mano a mano con Sarmiento.

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